lunes, 17 de marzo de 2014

DECRETO SOBRE LAS INDULGENCIAS RECIBIDAS EN LA FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA

Se enriquecen con indulgencias actos de culto realizados en honor de la Misericordia divina.

"Tu misericordia, oh Dios, no tiene límites, y es infinito el tesoro de tu bondad..." (Oración después del himno "Te Deum") y "Oh Dios, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia..." (Oración colecta del domingo XXVI del tiempo ordinario), canta humilde y fielmente la santa Madre Iglesia. En efecto, la inmensa condescendencia de Dios, tanto hacia el género humano en su conjunto como hacia cada una de las personas, resplandece de modo especial cuando el mismo Dios todopoderoso perdona los pecados y los defectos morales, y readmite paternalmente a los culpables a su amistad, que merecidamente habían perdido.

Así, los fieles son impulsados a conmemorar con íntimo afecto del alma los misterios del perdón divino y a celebrarlos con fervor, y comprenden claramente la suma conveniencia, más aún, el deber que el pueblo de Dios tiene de alabar, con formas particulares de oración, la Misericordia divina, obteniendo al mismo tiempo, después de realizar con espíritu de gratitud las obras exigidas y de cumplir las debidas condiciones, los beneficios espirituales derivados del tesoro de la Iglesia. "El misterio pascual es el culmen de esta revelación y actuación de la misericordia, que es capaz de justificar al hombre, de restablecer la justicia en el sentido del orden salvífico querido por Dios desde el principio para el hombre y, mediante el hombre, en el mundo" (Dives in misericordia, 7).

La Misericordia divina realmente sabe perdonar incluso los pecados más graves, pero al hacerlo impulsa a los fieles a sentir un dolor sobrenatural, no meramente psicológico, de sus propios pecados, de forma que, siempre con la ayuda de la gracia divina, hagan un firme prepósito de no volver a pecar. Esas disposiciones del alma consiguen efectivamente el perdón de los pecados mortales cuando el fiel recibe con fruto el sacramento de la penitencia o se arrepiente de los mismos mediante un acto de caridad perfecta y de dolor perfecto, con el prepósito de acudir cuanto antes al mismo sacramento de la penitencia. En efecto, nuestro Señor Jesucristo, en la parábola del hijo pródigo, nos enseña que el pecador debe confesar su miseria ante Dios, diciendo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de llamarme hijo tuyo" (Lc 15, 18-19), percibiendo que ello es obra de Dios: "Estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado" (Lc 15, 32).

Por eso, con próvida solicitud pastoral, el Sumo Pontífice Juan Pablo II, para imprimir en el alma de los fieles estos preceptos y enseñanzas de la fe cristiana, impulsado por la dulce consideración del Padre de las misericordias, ha querido que el segundo domingo de Pascua se dedique a recordar con especial devoción estos dones de la gracia, atribuyendo a ese domingo la denominación de "Domingo de la Misericordia divina" (cf. Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, decreto Misericors et miserator, 5 de mayo de 2000).



El evangelio del segundo domingo de Pascua narra las maravillas realizadas por nuestro Señor Jesucristo el día mismo de la Resurrección en la primera aparición pública: "Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz con vosotros". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: "La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío". Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos"" (Jn 20, 19-23.

Para hacer que los fieles vivan con intensa piedad esta celebración, el mismo Sumo Pontífice ha establecido que el citado domingo se enriquezca con la indulgencia plenaria, como se indicará más abajo, para que los fieles reciban con más abundancia el don de la consolación del Espíritu Santo, y cultiven así una creciente caridad hacia Dios y hacia el prójimo, y, una vez obtenido de Dios el perdón de sus pecados, ellos a su vez perdonen generosamente a sus hermanos.

De esta forma, los fieles vivirán con más perfección el espíritu del Evangelio, acogiendo en sí la renovación ilustrada e introducida por el concilio ecuménico Vaticano II: "Los cristianos, recordando la palabra del Señor "En esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros" (Jn 13, 35), nada pueden desear más ardientemente que servir cada vez más generosa y eficazmente a los hombres del mundo actual. (...) Quiere el Padre que en todos los hombres reconozcamos y amemos eficazmente a Cristo, nuestro hermano, tanto de palabra como de obra" (Gaudium et spes, 93).

Por eso, el Sumo Pontífice, animado por un ardiente deseo de fomentar al máximo en el pueblo cristiano estos sentimientos de piedad hacia la Misericordia divina, por los abundantísimo frutos espirituales que de ello pueden esperarse, en la audiencia concedida el día 13 de junio de 2002 a los infrascritos responsables de la Penitenciaría apostólica, se ha dignado otorgar indulgencias en los términos siguientes:

Se concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo de Pascua, llamado de la Misericordia divina, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de la Misericordia divina, o al menos rece, en presencia del santísimo sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en ti"). Se concede la indulgencia parcial al fiel que, al menos con corazón contrito, eleve al Señor Jesús misericordioso una de las invocaciones piadosas legítimamente aprobadas.

Además, los navegantes, que cumplen su deber en la inmensa extensión del mar; los innumerables hermanos a quienes los desastres de la guerra, las vicisitudes políticas, la inclemencia de los lugares y otras causas parecidas han alejado de su patria; los enfermos y quienes les asisten, y todos los que por justa causa no pueden abandonar su casa o desempañan una actividad impostergable en beneficio de la comunidad, podrán conseguir la indulgencia plenaria en el domingo de la Misericordia divina si con total rechazo de cualquier pecado, como se ha dicho antes, y con la intención de cumplir, en cuanto sea posible, las tres condiciones habituales, rezan, frente a una piadosa imagen de nuestro Señor Jesús misericordioso, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en ti").

Si ni siquiera eso se pudiera hacer, en ese mismo día podrán obtener la indulgencia plenaria los que se unan con la intención a los que realizan del modo ordinario la obra prescrita para la indulgencia y ofrecen a Dios misericordioso una oración y a la vez los sufrimientos de su enfermedad y las molestias de su vida, teniendo también ellos el prepósito de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres condiciones prescritas para lucrar la indulgencia plenaria.

Los sacerdotes que desempeñan el ministerio pastoral, sobre todo los párrocos, informen oportunamente a sus fieles acerca de esta saludable disposición de la Iglesia, préstense con espíritu pronto y generoso a escuchar sus confesiones, y en el domingo de la Misericordia divina, después de la celebración de la santa misa o de las vísperas, o durante un acto de piedad en honor de la Misericordia divina, dirijan, con la dignidad propia del rito, el rezo de las oraciones antes indicadas; por último, dado que son "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mt 5, 7), al impartir la catequesis impulsen a los fieles a hacer con la mayor frecuencia posible obras de caridad o de misericordia, siguiendo el ejemplo y el mandato de Jesucristo, como se indica en la segunda concesión general del "Enchiridion Indulgentiarum".

Este decreto tiene vigor perpetuo. No obstante cualquier disposición contraria.

Dado en Roma, en la sede de la Penitenciaría apostólica, el 29 de junio de 2002, en la solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles.


viernes, 10 de enero de 2014

Oración de las 3 de la tarde

        Cuando el reloj de las tres de la tarde ruega por mi Misericordia, en especial para los pecadores y aunque sólo sea por un brevísimo momento sumérgete en mi pasión, especialmente en mi abandono en el momento de mi agonía. Ésta es la Hora de la Gran Misericordia para el mundo entero. Te permitiré penetrar en mi tristeza mortal. En esta hora nada le será negado al alma que lo pida por los méritos de mi Pasión. (Diario, 1320)

En esa hora se estableció La Gracia para el mundo entero. La Misericordia triunfó sobre la Justicia. Hija mía, en esa hora procura rezar el Viacrucis o la Coronilla en cuanto te lo permitan los deberes y si no puedes rezar el Viacrucis o Coronilla por lo menos entra un momento en la capilla y adora en el Santísimo Sacramento a mi corazón que esta lleno de Misericordia. Y si no puedes entrar en la capilla, sumérgete en oración, allí donde estés, aunque sea por un brevísimo instante. (Diario, 1572)

JACULATORIA PARA LAS 3 DE LA TARDE

“Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío.”(Diario, 187)

Novena a la Divina Misericordia

Novena a la Divina Misericordia, que Jesús ordenó escribir y hacer antes de la Fiesta de la Misericordia. Empieza el Viernes Santo. (Diario 1209 - 1230)

“Deseo que durante esos nueve días lleves a las almas a la Fuente de Mi Misericordia para que saquen fuerzas, alivio y toda gracia que necesiten para afrontar las dificultades de la vida y especialmente en la hora de la muerte. Cada día traerás a Mi Corazón a un grupo diferente de almas y las sumergirás en este mar de Mi misericordia. Y a todas estas almas Yo las introduciré en la casad de Mi Padre. Lo harás en esta vida y en la vida futura. Y no rehusaré nada a ningún alma que traerás a la Fuente de Mi Misericordia. Cada día pedirás a Mi Padre las gracias para estas almas por Mi amarga Pasión.”

Primer día

Hoy, tráeme a toda la humanidad y especialmente a todos los pecadores, y sumérgelos en el mar de Mi misericordia. De esta forma Me consolarás de la amarga tristeza en que Me sume la pérdida de las almas.
Jesús tan misericordioso, cuya naturaleza es la de tener compasión de nosotros y de perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en Tu bondad infinita. Acógenos en la morada de Tu muy compasivo Corazón y nunca nos dejes salir de Él. Te lo suplicamos por Tu amor que Te une al Padre y al Espíritu Santo.
Oh omnipotencia de la Divina Misericordia
Salvación del hombre pecador,
Tú [eres] la misericordia y un mar de compasión,
Ayudas a quien Te ruega con humildad

Padre eterno, mira con misericordia a toda la humanidad, y especialmente a los pobres pecadores que están encerrados en el Corazón de Jesús lleno de compasión, y por su dolorosa Pasión muéstranos Tu misericordia para que alabemos su omnipotencia por los siglos de los siglos. Amen.
Al final de cada día rezar un:
Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Segundo día

Hoy, tráeme a las almas de los sacerdotes y las almas de los religiosos, y sumérgelas en Mi misericordia insondable. Fueron ellas las que Me dieron fortaleza para soportar Mi amarga Pasión. A través de ellas, como a través de canales, Mi misericordia fluye hacia la humanidad.
Jesús Misericordiosísimo, de quien procede todo bien, aumenta Tu gracia en nosotros para que realicemos dignas obras de misericordia, de manera que todos aquellos que nos vean, glorifiquen al Padre de misericordia que está en el cielo.
La fuente del amor de Dios,
Vive en los corazones limpios,
Purificados en el mar de misericordia,
Resplandecientes como las estrellas,
Claros como la aurora.

Padre eterno, mira con misericordia al grupo elegido de Tu viña, a las almas de los sacerdotes y a las almas de los religiosos; otórgales el poder de Tu bendición. Por el amor del Corazón de Tu Hijo, en el cual están encerradas, concédeles el poder de Tu luz para que puedan guiar a otros en el camino de la salvación, y a una sola voz canten alabanzas a Tu misericordia sin limite por los siglos de los siglos. Amen.

Tercer día

Hoy, tráeme a todas las almas devotas y fieles, y sumérgelas en el mar de Mi misericordia. Estas almas Me consolaron a lo largo del Vía Crucis. Fueron una gota de consuelo en medio de un mar de amargura.
Jesús infinitamente compasivo, que desde el tesoro de Tu misericordia les concedes a todos Tus gracias en gran abundancia, acógenos en la morada de Tu clementísimo Corazón y nunca nos dejes escapar de Él. Te lo suplicamos por el inconcebible amor Tuyo con que Tu Corazón arde por el Padre celestial.
Son impenetrables las maravillas
de la misericordia,
No alcanza sondearlas ni el pecador ni el justo,
Miras a todos con compasión,
Y atraes a todos a tu amor.

Padre eterno, mira con misericordia a las almas fieles como herencia de Tu Hijo y por su dolorosa Pasión, concédeles Tu bendición y rodéalas con Tu protección constante para que no pierdan el amor y el tesoro de la santa fe, sino que con toda la legión de los ángeles y los santos, glorifiquen Tu infinita misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Cuarto día

Hoy, tráeme a los paganos* y aquellos que todavía no Me conocen. También pensaba en ellos durante Mi amarga Pasión y su futuro celo consoló Mi Corazón. Sumérgelos en el mar de Mi misericordia.
Jesús compasivísimo, que eres la luz del mundo entero. Acoge en la morada de Tu piadosísimo Corazón a las almas de los paganos que todavía no Te conocen. Que los rayos de Tu gracia las iluminen para que también ellas unidas a nosotros, ensalcen Tu misericordia admirable y no las dejes salir de la morada de Tu compasivísimo Corazón.
La luz de Tu amor
Ilumine las tinieblas de las almas
Haz que estas almas Te conozcan,
Y junto con nosotros glorifiquen
Tu misericordia.

Padre eterno, mira con misericordia a las almas de los paganos y de los que todavía no Te conocen, pero que están encerrados en el muy compasivo Corazón de Jesús. Atráelas hacia la luz del Evangelio. Estas almas desconocen la gran felicidad que es amarte.
Concédeles que también ellas ensalcen la generosidad de Tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.


 * Nuestro Señor originalmente usó las palabras “los paganos”. Desde el pontificado del Papa Juan XXIII, la Iglesia ha juzgado apropiado el remplazo de este término por la denominación “los que no creen en Cristo” y “los que no conocen a Dios” (ver el Misal Romano, 1970).


Quinto día

Hoy, atráeme a las almas de los herejes y de los cismáticos**, y sumérgelas en el mar de Mi misericordia. Durante Mi amarga Pasión, desgarraron Mi cuerpo y Mi Corazón, es decir, Mi Iglesia. Según regresan a la Iglesia, Mis llagas cicatrizan y de este modo alivian Mi Pasión.
También para aquellos que rasgaron
la vestidura de Tu unidad
Brota de tu Corazón la fuente de piedad.
La omnipotencia de Tu misericordia, oh Dios,
Puede sacar del error también a estas almas.

Jesús sumamente misericordioso, que eres la bondad misma, Tú no niegas la luz a quienes Te la piden. Acoge en la morada de Tu muy compasivo Corazón a las almas de los herejes y las almas de los cismáticos y llévalas con Tu luz a la unidad con la Iglesia; no la dejes alejarse de la morada de Tu compasivísimo Corazón, sino haz que también ellas glorifiquen la generosidad de Tu misericordia. Padre eterno, mira con misericordia a las almas de los herejes y de los cismáticos que han malgastado Tus bendiciones y han abusado de Tus gracias por persistir obstinadamente en sus errores. No mires sus errores, sino el amor de Tu Hijo y su amarga Pasión que sufrió por ellos ya que también ellos están acogidos en el sumamente compasivo Corazón de Jesús. Haz que también ellos glorifiquen Tu gran misericordia por los siglos de los siglos. Amén.


** Las palabras originales de Nuestro Señor son aquí “herejes y cismáticos”, ya que Él habló a Sor Faustina según el contexto de su tiempo. Desde el Concilio Vaticano II, las autoridades eclesiásticas han considerado impropio usar esas denominaciones según las explicaciones expuestas en el Decreto Conciliar sobre el Ecumenismo (No. 3). Es apropiado usar en su lugar el término “los hermanos separados”. Sin embargo con el tiempo la Iglesia ha decidido usar todavía otra denominación: “los hermanos que creen en Cristo” (ver el Misal Romano, 1970).

Sexto día

Hoy, tráeme a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños, y sumérgelas en Mi misericordia. Éstas son las almas más semejantes a Mi Corazón. Ellas Me fortalecieron durante Mi amarga agonía. Las veía como ángeles terrestres que velarían al pie de Mis altares. Sobre ellas derramo torrentes enteros de gracias. Solamente el alma humilde es capaz de recibir Mi gracia; concedo Mi confianza a las almas humildes.
Jesús, tan misericordioso, Tu Mismo has dicho: Aprendan de Mí que soy manso y humilde de corazón. Acoge en la morada de Tu compasivísimo Corazón a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños. Estas almas llevan a todo el cielo al éxtasis y son las preferidas del Padre celestial. Son un ramillete perfumado ante el trono de Dios, de cuyo perfume se deleita Dios Mismo.
Estas almas tienen una morada permanente en Tu compasivísimo Corazón y cantan sin cesar un himno de amor y misericordia por la eternidad.
De verdad el alma humilde y mansa
Ya aquí en la tierra respira el paraíso,
Y del perfume de su humilde corazón
Se deleita el Creador Mismo.

Padre eterno, mira con misericordia a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños que están encerradas en el muy compasivo Corazón de Jesús. Estas almas son las más semejantes a Tu Hijo. Su fragancia asciende desde la tierra y alcanza Tu trono. Padre de misericordia y de toda bondad, Te suplico por el amor que tienes por estas almas y el gozo que Te proporcionan, bendice al mundo entero para que todas las almas canten juntas las alabanzas de Tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Séptimo día

Hoy, tráeme a las almas que veneran y glorifican Mi misericordia de modo especial y sumérgelas en Mi misericordia. Estas almas son las que más lamentaron Mi Pasión y penetraron más profundamente en Mi espíritu. Ellas son un reflejo viviente de Mi Corazón compasivo. Estas almas resplandecerán con un resplandor especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del infierno. Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la muerte.
Jesús Misericordiosísimo, cuyo Corazón es el amor mismo, acoge en la morada de Tu compasivísimo Corazón a las almas que veneran y ensalzan de modo particular la grandeza de Tu misericordia. Estas almas son fuertes con el poder de Dios Mismo. En medio de toda clase de aflicciones y adversidades siguen adelante confiadas en Tu misericordia, y unidas a Ti, cargan sobre sus hombros a toda la humanidad. Estas almas no serán juzgadas severamente, sino que Tu misericordia las protegerá en la hora de la muerte.
El alma que ensalza la bondad de su Señor
Es por Él particularmente amada.
Está siempre al lado de la fuente viva
Y saca gracias de la Divina Misericordia.

Padre eterno, mira con misericordia a aquellas almas que glorifican y veneran Tu mayor atributo, es decir, Tu misericordia insondable y que están encerradas en el compasivísimo Corazón de Jesús. Estas almas son un Evangelio viviente, sus manos están llenas de obras de misericordia y sus corazones, desbordantes de gozo, Te cantan, oh Altísimo, un cántico de misericordia. Te suplico, oh Dios, muéstrales Tu misericordia según la esperanza y la confianza que han puesto en Ti Que se cumpla en ellas la promesa de Jesús quien les dijo: A las almas que veneren esta infinita misericordia Mía, Yo Mismo las defenderé como Mi gloria durante sus vidas y especialmente en la hora de la muerte.

Octavo día

Hoy tráeme a las almas que están en la cárcel del purgatorio y sumérgelas en el abismo de Mi misericordia. Que los torrentes de Mi sangre refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por Mi Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a Mi justicia. Está en tu poder llevarles alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de Mi Iglesia y ofrécelas en su nombre…. Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen con Mi justicia.
Jesús Misericordiosisimo, Tu Mismo has dicho que deseas la misericordia; heme aquí que llevo a la morada de Tu muy compasivo Corazón a las almas del purgatorio, almas que Te son muy queridas, pero que deben pagar su culpa adeudada a Tu justicia. Que los torrentes de Sangre y Agua que brotaron de Tu Corazón, apaguen el fuego del purgatorio para que también allí sea glorificado el poder de Tu misericordia.
Del tremendo ardor del fuego del purgatorio
Se levanta un lamento a Tu misericordia.
Y reciben consuelo, alivio y refrigerio
En el torrente de Sangre y Agua derramado.

Padre eterno, mira con misericordia a las almas que sufren en el purgatorio y que están encerradas en el muy compasivo Corazón de Jesús. Te suplico por la dolorosa Pasión de Jesús, Tu Hijo, y por toda la amargura con la cual su sacratísima alma fue inundada, muestra Tu misericordia a las almas que están bajo Tu justo escrutinio. No las mires sino a través de las heridas de Jesús, Tu amadísimo Hijo, ya que creemos que Tu bondad y Tu compasión no tienen límites.



Noveno día

Hoy, tráeme a las almas tibias y sumérgelas en el abismo de Mi misericordia. Estas almas son las que mas dolorosamente hieren Mi Corazón. A causa de las almas tibias, Mi alma experimentó la más intensa repugnancia en el Huerto de los Olivos. A causa de ellas dije: Padre, aleja de Mí este cáliz, si es Tu voluntad. Para ellas, la última tabla de salvación consiste en recurrir a Mi misericordia.
Jesús piadosísimo, que eres la compasión misma, Te traigo a las almas tibias a la morada de Tu piadosísimo Corazón. Que estas almas heladas que se parecen a cadáveres y Te llenan de gran repugnancia se calienten con el fuego de Tu amor puro. Oh Jesús tan compasivo, ejercita la omnipotencia de Tu misericordia y atráelas al mismo ardor de Tu amor y concédeles el amor santo, porque Tú lo puedes todo.
El fuego y el hielo no pueden estar juntos,
Ya que se apaga el fuego o se derrite el hielo.
Pero Tu misericordia, oh Dios,
Puede socorrer las miserias aún mayores.

Padre eterno, mira con misericordia a las almas tibias que, sin embargo, están acogidas en el piadosísimo Corazón de Jesús. Padre de la misericordia, Te suplico por la amarga Pasión de Tu Hijo y por su agonía de tres horas en la cruz, permite que también ellas glorifiquen el abismo de Tu misericordia…. ***
Oh día eterno, oh día deseado,
Te espero con anhelo e impaciencia.
Ya dentro de poco el amor soltará el velo,
Y tú te volverás mi salvación.

Oh día esplendido, momento incomparable,
En que veré por primera vez a mi Dios,
Esposo de mi alma y Señor de los señores,
Siento que el temor no abrazará mi alma.

Oh día solemnísimo, o día resplandeciente,
En que el alma conocerá a Dios en su poder,
Y se sumergirá entera en su amor,
Y conocerá que han pasado las miserias del destierro

Oh día feliz, oh día bendito,
En que mi corazón se incendiará de ardor eterno hacia Ti,
Porque ya ahora Te siento, aunque a través del velo,
Tú, oh Jesús, en la vida y en la muerte eres mi éxtasis
y encanto.

Oh día, que espero durante toda mi vida.
Y Te espero a Ti, oh Dios,
Ya que deseo solamente a Ti,
Sólo Tú estás en mi corazón y lo demás es nada.

Oh día de delicias, de eternas dulzuras.
Oh Dios de gran Majestad, Esposo mío,
Tú sabes que nada satisface el corazón de una virgen,
Apoyo mi sien sobre Tu dulce Corazón.


*** La Novena ha sido traducida siguiendo textualmente el manuscrito de Sor Faustina, y por tratarse de un Documento Válido, su Diario difiere del Devocionario traducido y preparado especialmente para uso de los fieles.

viernes, 22 de noviembre de 2013

La visión del purgatorio de Santa Faustina Kowalska

Promotora de la festividad de la Divina Misericordia, tuvo una relación profunda con las almas del purgatorio. En su Diario recoge bastantes experiencias espirituales referentes a quienes viven en estado de purificación.

Estando de vacaciones en Skolimów, nos cuenta: "Vi al Ángel de la Guarda que me dijo que le siguiera. En un momento me encontré en un lugar nebuloso, lleno de fuego y había allí una multitud de almas sufrientes. Estas almas estaban orando con gran fervor, pero sin eficacia para ellas mismas; sólo nosotros podemos ayudarlas. Las llamas que las quemaban, a mí no me tocaban. Mi Ángel de la Guarda no me abandonó ni por un solo momento.

Pregunté a estas almas ¿cuál era su mayor tormento? Y me contestaron unánimemente que su mayor tormento era la añoranza de Dios. Vi a la Madre de Dios que visitaba a las almas en el purgatorio... Ella les trae alivio. Deseaba hablar más con ellas; sin embargo mi Ángel de la Guarda me hizo seña de salir. Salimos de esa cárcel de sufrimiento. [Oí una voz interior] que me dijo: Mi misericordia no lo desea, pero la justicia lo exige.

A partir de aquel momento me uno más estrechamente a las almas sufrientes".

Desde su noviciado Sor Faustina tenía comunicaciones con almas en el purgatorio: "Cuando llegamos al noviciado, la hermana X. estaba muriendo. Unos días después vino la hermana ... y me mandó ir a la Madre Maestra y decirle que su confesor, Padre Respond, celebrara a su intención una Santa Misa y tres jaculatorias. Al principio consentí, pero al día siguiente pensé que no iría a la Madre Maestra, porque no entendía bien si había sido un sueño o realidad. Y no fui. La noche siguiente se repitió lo mismo pero más claramente; no lo dudaba. No obstante a la mañana siguiente decidí no decirlo a la Maestra. Se lo diría sólo cuando la viera durante el día. Un momento después la encontré [a aquella hermana fallecida] en el pasillo; me reprochaba que no había ido enseguida y mi alma se llenó de gran inquietud. Entonces fui inmediatamente a hablar con la Madre Maestra y le conté lo que había sucedido. La Madre dijo que ella lo arreglaría. Enseguida la paz volvió a mi alma y tres días después aquella hermana vino y me dijo: 'Dios se lo pague'."


El valor de la Santa Misa a favor de las almas en pena es maravilloso. Las jaculatorias indulgenciadas también les sirven de alivio. Las almas del purgatorio ya no pueden merecer; nosotros, sí. Por eso, la Iglesia militante no puede desentenderse de la Iglesia en su estado de purificación definitiva.
Cualquier tipo de oración por las almas del purgatorio les sirve de ayuda y alivio.

 Nos cuenta en su Diario Santa Faustina: "En la víspera del día de los difuntos, cuando al atardecer fui al cementerio que estaba cerrado, entreabrí un poco la puerta y dije: Si desean, queridas almas, alguna cosa, la haré con gusto, dentro de lo que me permite la regla. Entonces oí estas palabras: Cumple la voluntad de Dios. Nosotras somos felices en la medida en que hemos cumplido la voluntad de Dios. Por la noche aquellas almas vinieron y me rogaron orar; recé mucho por ellas. Mientras la procesión volvía del cementerio, vi una multitud de almas que junto con nosotras iban a la capilla, rezaban junto con nosotras. Recé mucho porque tenía el permiso de las Superioras".

Dios aplica según su santa voluntad las oraciones que se hacen por las almas que están en purificación: "Una vez, -nos dice Santa Faustina-, cuando entré en la capilla por cinco minutos de adoración y recé por cierta alma, comprendí que no siempre Dios acepta nuestras plegarias por aquellas almas por las cuales rogamos, sino que las destina a otras almas, nuestra plegaria no se pierde".

La Iglesia militante, purgante y triunfante viven en estrecha unión como Cuerpo Místico de Cristo. Nos cuenta Santa Faustina: "Una noche vino a mí una de las hermanas difuntas que ya antes había venido algunas veces; la primera vez la vi en un estado de gran sufrimiento, después los sufrimentos eran cada vez menores y aquella noche, la vi resplandeciente de felicidad y me dijo que ya estaba en el paraíso; ... Luego se acercó a mí y me abrazó cordialmente y dijo: Tengo que irme ya. Comprendí lo estrecha que es la unión entre estas tres etapas de la vida de las almas, es decir, la tierra, el purgatorio, el cielo".

El purgatorio no es más que un proceso integrador y purificativo de la persona humana, que "desemboca necesaria e inevitablemnete en la consumación del hombre, es decir, en la visión intuitiva de Dios"

 Escribía así Santa Faustina: "2 de noviembre 1936. Por la tarde, después de las vísperas fui al cementerio. Después de rezar un momento, vi a una de nuestras hermanas que me dijo: Estamos en la capilla. Comprendí que debía ir a la capilla y rezar allí para adquirir indulgencias. Al día siguiente, durante la Santa Misa vi tres palomas blancas que se alzaron del altar hacia el cielo. Comprendí que no solamente estas tres almas queridas que había visto fueron al cielo, sino también otras muchas que habían muerto fuera de nuestro instituto. Oh, qué bueno y misericordioso es el Señor".

En la novena de la divina Misericordia según Santa Faustina Kowalska, el octavo día está dedicado a pedir por las almas del purgatorio: "Hoy, tráeme a las almas que están en la cárcel del purgatorio y sumérgelas en el abismo de mi misericordia. Que los torrentes de mi Sangre refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por Mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a mi Justicia. Está en tu poder llevarles alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de mi Iglesia y ofrécelas en su nombre... Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren, ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen con mi justicia".
Entre las limosnas del espíritu están también el ayuno y la obediencia. "Por la noche -nos dice Sor Faustina- vino a verme una de las hermanas difuntas y pidió un día de ayuno y que ese día ofreciera por ella todas las prácticas de piedad. Le contesté que estaba de acuerdo". "Inmediatamente después de la Santa Misa pedí a la Madre Superiora permiso para ayunar, sin embargo no lo recibí por estar enferma. Al entrar en la capilla oí estas palabras: '¿Si usted, hermana, hubiera ayunado, yo hubiera recibido alivio sólo esta noche, pero por la obediencia que le ha prohibido ayunar, he recibido el alivio inmediato. La obediencia tiene un gran poder'. Después de esas palabras oí: Dios se lo pague".

La oración era un recurso frecuente en Santa Faustina a favor de las almas del purgatorio: "Una noche vino a verme el alma de cierta jovencita y me hizo sentir su presencia dándome a conocer que necesitaba mi oración. Recé un momento, pero su espíritu no se alejó de mí. Entonces dije dentro de mí: Si eres un espíritu bueno, déjame en paz y las indulgencias de mañana serán para ti. En aquel momento, ese espíritu abandonó mi habitación; conocí que estaba en el purgatorio".

Toda persona en estado de gracia puede orar con provecho por las benditas almas; probablemente es necesario, al menos, hallarse en estado de gracia santificante para ganar las indulgencias por los difuntos.

El Concilio Vaticano Segundo hizo profesión de fe en la Iglesia Sufriente diciendo: "Este Sagrado Concilio recibe con gran piedad la venerable fe de nuestros hermanos que se hallan en gloria celeste o que aun están purificándose después de la muerte". Aunque no sea doctrina definida, se mantiene como doctrina común que sufrimiento mayor del Purgatorio consiste en la "pena de ausencia", porque las almas están temporalmente privadas de la visión beatifica.

Sin embargo, no hay comparación entre este sufrimiento y las penas del Infierno. Es temporal y por eso lleva consigo la esperanza de ver a Dios algún día cara a cara. Las almas lo llevan con paciencia, pues comprenden que la purificación es necesaria. La aceptan generosamente por amor de Dios y con perfecta sumisión a su voluntad. Es probable que las penas del Purgatorio van disminuyendo gradualmente de manera que en las etapas finales no podemos comparar los sufrimientos de este mundo con los que padece un alma próxima a la visión de Dios. Pero las almas experimentan también inmensa alegría espiritual. Están totalmente ciertas de su salvación. Tienen fe, esperanza y caridad. Saben que ellas mismas están en amistad con Dios, confirmadas en gracia y sin poder ofenderle. Aunque las almas en el Purgatorio no pueden merecer, sin embargo pueden orar y obtener el fruto de la oración, para quienes se lo solicitan.

El poder de su oración depende del grado de santidad. Es cierto que pueden orar por los que viven en la tierra. Por la Comunión de los Santos entendemos que están unidas a la Iglesia militante. Debemos animarnos a invocar su ayuda con la confianza de que ellas nos escuchan. Entienden perfectamente nuestras necesidades, por que las experimentaron y porque están agradecidas a las oraciones, sacrificios y santas Misas que ofrecemos por ellas.

Conclusión
La devoción a las benditas almas del purgatorio por parte de la Iglesia militante no es un lujo; es un deber. Los fieles  en este mundo tenemos obligaciones de caridad fraterna con las almas del purgatorio, que ya han dejado de merecer. Lo que el Señor Jesús manifestó a Santa Faustina vale en su tanto para cada uno de nosotros. "El Señor me dijo: Entra a menudo en el purgatorio, ya que allí te necesitan. Entiendo, oh Jesús, el significado de estas palabras que me diriges, pero permíteme primero entrar en el tesoro de tu Misericordia".

Desde el Trono de la misericordia de Dios nuestras oraciones y sacrificios por las almas del purgatorio serán eficaces y les atraerán gracias abundantes por la compasión de Dios. Y las almas liberadas por nuestro medio no dejarán de mostrarnos su inmenso agradecimiento en el tiempo y en la eternidad, intercediendo por nosotros como un ejército que intercede por nosotros.

("Nuevo Pentecostés" nº 83)

miércoles, 23 de octubre de 2013

SANTA FAUSTINA

BIOGRAFIA SANTA MARÍA FAUSTINA

La Trinidad Divina establece e impulsa, sostiene y alienta la historia de la salvación de tal modo, que sin tocar la libertad y la voluntad del hombre al que respeta hasta el extremo (quien lo redimió sin su colaboración no quiere salvarlo sin su consentimiento y plena aceptación del Don de la Vida Eterna), en cada momento actúa libremente a favor del hombre proporcionándole los medios necesarios para su salvación. Cristo es el Salvador único y verdadero y el único Camino, la única Verdad y la única Vida por el que el Padre lleva a plenitud el proyecto de amor y comunión que desde toda la eternidad sueña para el hombre, para todo hombre que viene a este mundo. Pero en cada momento esa única y definitiva salvación resplandece para el hombre con una luz nueva, intensificando, según las exigencias del momento, uno u otro aspecto del misterio infinito del Cristo Total.
          Una nueva llamada de Dios a la humanidad se ha producido en nuestros días, en el corazón mismo de una Europa dividida y lacerada, hasta lo más profundo de sus raíces, por ideologías y enfrentamientos bélicos de dimensiones universales y de consecuencias humanamente irreparables, en el orden del espíritu y de la conciencia moral y religiosa. Entre la Primera Guerra Mundial y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, desde los años 1931 a 1938 Jesucristo Resucitado se manifestó a Sor Faustina Kowalska, religiosa profesa de las Hermanas de Ntra. Sra. de la Misericordia, en el convento de Plock en Polonia. En estas manifestaciones Jesucristo le confía el mensaje del amor Misericordioso de Dios como una fuente de  salvación y gracias para todos los hombres. El mensaje recibido por Sor Faustina y la espiritualidad que de él brota se difundió rápidamente en el Pueblo de Dios.
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          Santa Faustina Kowalska nació el 25 de agosto de 1905 en Polonia, en la aldea de Glogowiec al oeste de la ciudad de Lódz. Era la tercera de diez hijos de Estanislao Kowalski y Marianna Kowalska. Fue bautizada en la Iglesia parroquial de Swinice Warkie con el nombre de Elena. Desde pequeña se destacaba por su piedad, el amor a la oración, la laboriosidad, la obediencia y por una gran sensibilidad ante la pobreza humana. Su educación escolar fue muy breve, no duró apenas tres años, al cumplir 16 años abandonó la casa familiar para trabajar de sirvienta en Aleksandrów y Lódz para  mantenerse a sí misma y ayudar a sus padres.
          Ya desde los 7 años Elena sintió en su alma la llamada a la vida religiosa, dos años antes de recibir la primera comunión, pero sus padres no le dieron el permiso para que entrara en el convento. Ante la negativa la niña intentó apagar dentro de sí la llamada del Señor; sin embargo, apresurada por la visión de Cristo sufriente y las palabras de reproche: "¿Hasta cuándo Me harás sufrir, hasta cuándo Me engañarás?"   empezó a buscar ser aceptada en algún convento. Pero donde llamaba la despedían. Finalmente, el 1 de agosto de 1925, pasó el umbral de la clausura de la casa de la Congregación de la Madre de Dios de la Misericordia, en la calle Zytnia, en Varsovia. En su Diario confesó: “Me pareció que entré en la vida del paraíso. De mi corazón brotó una sola oración, la de acción de gracias”.
          Unas semanas después sintió una fuerte tentación de trasladarse a otro convento donde pudiera tener más tiempo para rezar. Entonces el Señor Jesús, enseñándole su faz desgarrada y martirizada dijo: “Tú Me causarás un dolor semejante, si sales de esta Congregación. Te he llamado aquí y no a otro lugar, y te tengo preparadas muchas gracias”
                  En la Congregación recibió el nombre de Sor María Faustina. El noviciado lo pasó en Cracovia, donde en presencia del Obispo St. Rospond hizo los primeros votos y cinco años después los votos perpetuos de castidad, pobreza y obediencia. Trabajó en distintas casas de la Congregación. Pasó periodos más largos en Cracovia, Plock y Vilna trabajando como cocinera, jardinera y portera.
          Para alguien que observara desde fuera nada hubiera delatado su extraordinaria y rica vida mística. Cumplía sus deberes con fervor, observaba fielmente todas las reglas del convento, era recogida y piadosa, pero a la vez natural, alegre, llena de amor benévolo y desinteresado por todos.
         Toda su vida se concentraba en caminar con constancia a la cada vez más plena unión con Dios y en una abnegada colaboración con Jesús en la obra de la salvación de las almas. “Jesús mío Tú sabes que desde los años más tempranos deseaba ser una gran santa, es decir, deseaba amarte con un amor tan grande como ningun alma te amó hasta ahora”.
          El Diario revela la profundidad de su vida espiritual. Una lectura atenta de estos escritos permite conocer un alto grado de unión de su alma con Dios; permite conocer hasta qué punto Dios se entregó a su alma y evidencia también sus esfuerzos y combates en el camino hacia la perfección cristiana. El Señor la colmó de muchas gracias extraordinarias: los dones de contemplación y de profundo conocimiento del misterio de la Divina Misericordia, visiones, revelaciones, estigmas ocultos, los dones de profecía, de leer en las almas humanas, y de desposorios místicos. Colmada de tantas gracias, escribió: “Ni las gracias, ni las revelaciones, ni los éxtasis, ni ningún otro don concedido al alma la hacen perfecta, sino la comunión interior del alma con Dios... Mi santidad y perfección consisten en una estrecha unión de mi voluntad con la voluntad de Dios”
          El austero modo de vida y los agotadores ayunos que practicaba desde antes de entrar en el convento, debilitaron tanto su organismo que siendo postulante fue enviada al balneario de Skolinów, cerca de Varsovia, para recuperar la salud. Tras el primer año de noviciado, le vinieron experiencias místicas sumamente dolorosas: las de la llamada noche oscura y sufrimientos espirituales y morales relacionados con la realización de la misión que le fue encomendada por el Señor. Sor Faustina se ofreció como víctima por los pecadores y con este propósito experimentó también diversos sufrimientos para, a través de ellos, salvar las almas de aquellos. En los últimos años de su vida aumentaron los sufrimientos interiores, la llamada noche pasiva del espíritu y las dolencias del cuerpo, se desarrolló la tuberculosis que atacó los pulmones y el sistema digestivo. A causa de ello dos veces fue internada en el hospital de Pradnik en Cracovia por varios meses.
          Extenuada físicamente por completo, pero plenamente adulta de espíritu y una intensa unión mística con Dios, falleció en olor de santidad el 5 de octubre de 1938 a los 33 años de los que 13 los pasó en el convento. Su cuerpo fue sepultado en la tumba común  del cementerio de la Comunidad de Cracovia –Lagiewniki y luego durante el proceso informativo en 1966 trasladado a la capilla.
          A esta sencilla monja sin grandes estudios pero valerosa y abandonada totalmente en Dios, el Señor Jesús le confió una gran misión: el mensaje de la misericordia dirigido a todo el mundo “Te envío a toda la humanidad con Mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla en mi Corazón Misericordioso. Tú eres la secretaria de Mi Misericordia; te he escogido para este cargo, en ésta y en la vida futura... para que des a conocer a las almas la gran misericordia que tengo con ellas, y que las invites a confiar en el abismo de Mi Misericordia”.
          El Señor Jesucristo, en su inescrutable voluntad, quiso elegir a esta sencilla religiosa, sin amplia cultura ni especial formación intelectual, pero dotada de una sensibilidad espiritual y religiosa exquisitas, para ser el apóstol de su Misericordia. Todo esto elevó su espíritu a las más altas cimas de la contemplación y fue esto lo que le posibilitó conocer con una profundidad admirable el misterio insondable del amor misericordioso del Padre manifestado en Jesucristo.  
“La intuición de esta hermana sencilla que apenas sabía el catecismo en asuntos sutiles y muy relacionados con la psicología de la sociedad contemporánea, sólo puede explicarse atribuyéndole una intervención e iluminación sobrenatural. Mas de un teólogo, tras largos estudios, no hubiera podido dar solución a estos problemas con tanta facilidad como lo hizo Sor Faustina”

         Un “sello” especial de su vida mística fue el sufrimiento. Las intensísimas y dolorosísimas experiencias místicas, las llamadas por San Juan de la Cruz “noches pasivas” y “noches oscuras”, además de los sacrificios voluntarios que ofrecía continuamente por los pecadores y la conversión de los hombres a Dios. En todo se unía a la voluntad de Dios con una disponibilidad absoluta ofreciendo sus diversos sufrimientos para participar más plenamente en la obra redentora de Jesucristo.
          La superiora general de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, madre Michaela Moraczewska, escribió en su memorial: “Lo que más me sorprendió y sigue sorprendiendo en Sor Faustina, un síntoma extraordinario que se acentuó especialmente durante los últimos meses de su enfermedad, fue el olvido absoluto de sí misma en aras de su entrega total a la propagación del culto a la Divina Misericordia. Era lo único que le ocupaba”.
    Sobre la forma que cumplió sus deberes basten estas palabras del Señor Jesús a Santa Faustina, por sus atenciones a los pobres que venían a la puerta del convento: "Hija Mía, han llegado a mis oídos las bendiciones de los pobres que alejándose de la puerta Me bendicen y Me ha agradado esta misericordia tuya dentro de los límites de la obediencia y por eso he bajado del trono para gustar el fruto de tu misericordia" (Diario,1312). Es que también Jesús había ido a la puerta del convento bajo la apariencia de un joven pobre, en un día lluvioso y frío. Santa Faustina, sin reconocerlo, le dio un poco de sopa caliente y pan.
          Leyendo su Diario, compuesto por seis cuadernos de notas y relatos espirituales, llegamos a la conclusión espontánea de que estamos, ciertamente, ante una de las más grandes místicas de este siglo y de la historia de la Iglesia, que dará mucha luz a las conciencias y ayudará grandemente en el itinerario espiritual de quien se acerque a ella para iluminar su seguimiento del Señor. “Durante la vida de Sor Faustina en la tierra sólo sus confesores y superiores conocieron su estrecha unión con Dios y la misión que Él le encomendó. La profundidad de su vida mística, la inconcebible belleza y la inmensidad del misterio de la Divina Misericordia, así como su misión dirigida al mundo contemporáneo, son presentados acabadamente en el Diario, cuya edición crítica en polaco apareció en el año 1981 Esta obra, escrita por Sor Faustina siguiendo el mandato de Jesús, figura entre las perlas de la literatura mística”.


lunes, 5 de agosto de 2013

Santa Faustina y la Santísima Virgen María





(Extractos tomados del Diario de Santa Faustina)

Introducción general 


La lectura del Diario pone en evidencia una profunda y estrecha relación entre Santa Faustina y la Santísima Virgen María. Tan pronto la joven Elena Kowalska, por instrucciones de Jesús, abandonó su hogar para iniciar su vida religiosa dirigiéndose en tren a Cracovia, Elena apelaría a la ayuda de su Madre Celestial, la cual le respondería guiando sus primeros pasos, acompañándola durante el resto de su vida como su Madre amorosísima, su compañera solidaria en el sufrimiento y su “instructora” en los asuntos de su hijo Jesús. Presentamos a continuación una serie de extractos del Diario los cuales documentan esta bella y ejemplar relación.



1. Relación de Santa Faustina con la Santísima Virgen María:


260 (...) Estuve orando sin interrupción hasta las once y me parecía que acababa de llegar. (Nota: para entonces ya tenía 6 horas de oración). (...) La Virgen me dijo muchas cosas. Le ofrecí mis votos perpetuos, sentía que yo era su niña y Ella mi Madre. No me rehusó nada de lo que yo le había pedido.

620 María es mi instructora que me enseña siempre cómo vivir para Dios. Mi espíritu resplandece en Tu dulzura y humildad, Oh María.

798 (...) ella está siempre conmigo. Ella, como una buena Madre, mira todas mis vivencias y mis esfuerzos.

1414 Solemnidad a la Inmaculada Concepción. Antes de la Santa Comunión he visto a la Santísima Madre de una belleza inconcebible. Sonriendo me dijo: Hija Mía, por mandato de Dios, he de ser tu madre de modo exclusivo y especial, pero deseo que también tú seas Mi hija de modo especial.

1097 Desde aquellos días vivo bajo el manto virginal de la Santísima Virgen, ella me cuida y me instruye; estoy tranquila junto a su Inmaculado Corazón, ya que soy débil e inexperta, por eso, como una niña me abrazo a su Corazón. 

843 (...) Hoy durante la Santa Misa estuve particularmente unida a Dios y a su Madre Inmaculada. La humildad y el amor de la Virgen Inmaculada penetró mi alma. Cuanto más imito a la Santísima Virgen, tanto más profundamente conozco a Dios. ...


2. María: Madre protectora y compañera y auxilio en el sufrimiento:


11 Cuando bajé del tren y vi que cada uno se fue por su camino, me entró miedo: -¿Qué hacer? -¿A dónde dirigirme si no conocía a nadie? Y dije a la Madre de Dios: María dirígeme, guíame. Inmediatamente oí en el alma estas palabras: que saliera de la ciudad a una aldea donde pasaría una noche tranquila. Así lo hice y encontré todo tal y como la Madre de Dios me había dicho.


786 (...) Durante las vísperas, mientras continuaba contemplando esta especie de mezcla del sufrimiento y de la gracia, oí la voz de la Santísima Virgen: Has de saber, hija mía, que a pesar de ser elevada a la dignidad de la Madre de Dios, siete espadas dolorosas me han traspasado el corazón. No hagas nada en tu defensa, soporta todo con humildad, Dios mismo te defenderá


25 Durante la noche me visitó la Madre de Dios con el Niño Jesús en los brazos. La alegría llenó mi alma y dije: María, Madre mía, -sabes cuánto sufro? Y la Madre de Dios me contestó: Yo sé cuánto sufres, pero no tengas miedo, porque yo comparto contigo tu sufrimiento y siempre lo compartiré. Sonrió cordialmente y desapareció...


316 Una vez me visitó la Virgen Santísima. Estaba triste con los ojos clavados en el suelo; me dio a entender que tenía algo que decirme, pero por otra parte me daba a conocer como si no quisiera decírmelo. Al darme cuenta de ello, empecé a pedir a la Virgen que me lo dijera y que volviera la mirada hacia mí. En un momento María me miró sonriendo cordialmente y dijo: Vas a padecer ciertos sufrimientos a causa de una enfermedad y de los médicos, además padecerás muchos sufrimientos por esta imagen (la imagen de la Divina Misericordia), pero no tengas miedo de nada. ...


805 La Inmaculada Concepción. Desde la mañana temprana sentía la cercanía de la Virgen Santísima. Durante la Santa Misa la vi tan resplandeciente y bella que no encuentro palabras para expresar ni siquiera la mínima parte de su belleza. Era toda blanca, ceñida con una faja azul, el manto también azul, la corona en su cabeza, de toda la imagen irradiaba un resplandor inconcebible. Soy la Reina del cielo y de la tierra, pero especialmente la madre de su Congregación. Me estrechó a su corazón y dijo: Yo siempre me compadezco de ti. Sentí la fortaleza de su Inmaculado Corazón que se transmitió a mi alma. Ahora comprendo porque desde hace dos semanas iba preparándome a esta fiesta y la anhelaba tanto. ...


20 (...) Vi a la Madre de Dios que visitaba a las almas en el Purgatorio. Las almas llaman a María “La Estrella del Mar”. Ella les trae alivio. ...


33 (...) En el séptimo día de la novena vi a la Madre de Dios entre el cielo y la tierra, con una túnica clara. Rezaba con las manos juntas en el pecho, mirando hacia el cielo. De su corazón salían rayos de fuego, algunos se dirigían al cielo y otros cubrían nuestra tierra.


686 (...) Por la noche vi a la Santísima Virgen con el pecho descubierto, traspasado por una espada. Lloraba lágrimas ardientes y nos protegía de un tremendo castigo de Dios. Dios quiere infligirnos un terrible castigo, pero no puede porque la Santísima Virgen nos protege. Un miedo tremendo atravesó mi alma, ruego sin cesar por Polonia, por mi querida Polonia que es tan poco agradecida a la Santísima Virgen. Si no hubiera estado la Santísima Virgen, para muy poco habrían servido nuestros esfuerzos. ...


3. Enseñanzas espirituales de la Santísima Virgen María a Santa Faustina

3.1 El llamado a sus tres virtudes preferidas: 



1415 (...) Deseo, amadísima hija Mía, que te ejercites en tres virtudes que son mis preferidas y que son las más agradables a Dios: la primera es la humildad, humildad y todavía una vez más humildad. La segunda virtud es la pureza; la tercera es el amor a Dios. Siendo Mi hija tienes que resplandecer de estas virtudes de modo especial. Tras la conversación me abrazó a su corazón y desapareció



3.2 El llamado a la oración:



325 (...) Poco después vi a la Virgen que era de una belleza indescriptible y que me dijo: Hija mía, exijo de ti oración, oración y una vez más oración por el mundo, y especialmente por tu patria. Durante nueve días recibe la Santa Comunión reparadora, únete estrechamente al sacrificio de la Santa Misa. Durante estos nueve días estarás delante de Dios como una ofrenda, en todas partes, continuamente, en cada lugar y en cada momento, de día y de noche, cada vez que te despiertes, ruega interiormente. Es posible orar interiormente sin cesar.


468 (...) Luego vi a la Santísima Virgen con una túnica blanca, un manto azul, y la cabeza descubierta, que desde el altar se me acercó, me tocó con sus manos, me cubrió con su manto, y me dijo: Ofrece estos votos por Polonia. Reza por ella



3.3 El llamado a la fidelidad en el cumplimiento de la voluntad de Dios:



449 5 de agosto de 1935: Fiesta de Nuestra Señora de la Misericordia. Me preparé para esta fiesta con mayor fervor que en los años anteriores. (...) Entonces vi a la Santísima Virgen, indeciblemente bella, que se acercó a mí, del altar a mi reclinatorio y me abrazó y me dijo estas palabras: Soy Madre de todos gracias a la insondable misericordia de Dios. El alma más querida para mí es aquella que cumple fielmente la voluntad de Dios. Me dio a entender que cumplo fielmente todos los deseos de Dios y así he encontrado la gracia ante sus ojos.


529 (...) La Virgen Santísima me dijo aceptar todas las exigencias de Dios como una niña pequeña sin averiguar nada, lo contrario no agrada a Dios. ...


1244 (...) me quedé sola con la Santísima Virgen que me instruyó sobre la voluntad de Dios, cómo aplicarla en la vida sometiéndome totalmente a Sus santísimos designios. Es imposible agradar a Dios sin cumplir Su santa voluntad. Hija mía, te recomiendo encarecidamente que cumplas con fidelidad todos los deseos de Dios, porque esto es lo más agradable a Sus santos ojos. Deseo ardientemente que te destaques en esto, es decir en la fidelidad en cumplir la voluntad de Dios. Esta voluntad de Dios, anteponla a todos los sacrificios y holocaustos. Mientras la Madre celestial me hablaba, en mi alma entraba un profundo entendimiento de la voluntad de Dios.



3.4 El llamado a la observación de la Pasión de Su hijo Jesús:



561 (...) La Virgen me dijo que me comportara como Ella: a pesar de los gozos, siempre mirara fijamente la cruz y me dijo también que las gracias que Dios me concedía no eran solamente para mí sino también para otras almas.



449 (...) Sé valiente, no tengas miedo de los obstáculos engañosos, sino que contempla atentamente la Pasión de mi Hijo y de este modo vencerás.



3.5 El llamado a la vida interior:



454 (...) No busco la felicidad fuera de mi interior donde mora Dios. Gozo de Dios en mi interior, aquí vivo continuamente con Él, aquí existe mi relación más íntima con Él, aquí vivo con Él segura, aquí no llega la mirada humana. La Santísima Virgen me anima a relacionarme así con Él.



785 La Santísima Virgen me ha enseñado cómo debo prepararme para la fiesta de la Natividad del Señor. La he visto hoy sin el Niño Jesús; me ha dicho: “Hija mía, procura ser mansa y humilde para que Jesús que vive continuamente en tu corazón pueda descansar. Adóralo en tu corazón, no salgas de tu interior. Te obtendré, hija mía, la gracia de este tipo de la vida interior, que, sin abandonar tu interior, cumplas por fuera todos tus deberes con mayor aplicación. Permanece continuamente con Él en tu corazón, Él será tu fuerza. Mantén el contacto con las criaturas si la necesidad y los deberes lo exigen. Eres una morada agradable a Dios viviente, en la que Él permanece continuamente con amor y complacencia, y la presencia viva de Dios que sientes de modo más vivo y evidente, te confirmará, hija mía, en lo que he dicho. Trata de comportarte así hasta el día de la Navidad, y después Él Mismo te dará a conocer como deberás tratar con Él y unirte a Él.



3.6 El llamado a la confianza en Su hijo Jesús:



677 Durante la Santa Misa celebrada por el Padre Andrasz, un momento antes de la elevación, la presencia de Dios penetró mi alma y que fue atraída hacia el altar. Luego vi a la Santísima Virgen con el Niñito Jesús. El Niño Jesús se tenía de la mano de la Virgen; en un momento el Niño Jesús corrió alegremente al centro del altar, y la Santísima Virgen me dijo: Mira, con qué tranquilidad confío a Jesús en sus manos, así también tú debes confiar tu alma y ser como una niña frente a Él. Después de estas palabras mi alma fue llenada de una misteriosa confianza. La Santísima Virgen vestía una túnica blanca, singularmente blanca, transparente, sobre la espalda tenía un manto transparente de color del cielo, es decir como el azul, la cabeza descubierta, el cabello suelto; espléndida e indeciblemente bella.



4. Reflexiones y vivencias en torno a la Navidad:



840 23 de diciembre de 1936. Vivo este tiempo con la Santísima Virgen y me preparo a este solemne momento de la venida de Jesús. La Santísima Virgen me enseña sobre la vida interior del alma con Jesús, especialmente en la Santa Comunión. ...



844 Sor C. (Sor Cayetana) vino por la tarde y me llevó a casa para las fiestas. Estaba contenta de poder estar junto con la Comunidad. Mientras atravesaba la ciudad me imaginaba que era Belén. Al ver que toda la gente iba con prisa pensé: -Quién medita hoy este Misterio inconcebible en el recogimiento y en silencio? Oh Virgen purísima, Tú estas hoy de viaje y yo también estoy de viaje. Siento que el viaje de hoy tiene su significado. Oh Virgen radiante, pura como el cristal, toda sumergida en Dios, Te ofrezco mi vida interior, arregla todo de manera que sea agradable a Tu Hijo; oh Madre mía, yo deseo con muchísimo ardor que me des al pequeño Jesús durante la Misa de Medianoche.



845 (...) Después de la cena me sentía muy cansada y doliente, tuve que acostarme, no obstante velaba con la Santísima Virgen en espera de la venida del Niñito.



846 25 de diciembre de 1936. Misa de Medianoche. Durante la Santa Misa la presencia de Dios me penetró por completo. Un momento antes de la elevación vi a la Madre y al pequeño Niño Jesús, y al viejo Abuelo (San José). La Santísima Virgen me dijo estas palabras: Hija mía, Faustina, toma este tesoro preciosísimo, y me dio al pequeño Jesús. ...



5. Frutos y gracias de la devoción a la Santísima Virgen María:



40 (...) Durante la Santa Misa, antes de la Santa Comunión, tuvo lugar la renovación de los votos. Al levantarnos de los reclinatorios empezamos a repetir la fórmula de los votos y de repente, el Señor Jesús se puso a mi lado, vestido con una túnica blanca, ceñido con un cinturón de oro y me dijo: Te concedo el amor eterno para que tu pureza sea intacta y para confirmar que nunca experimentarás tentaciones impuras, Jesús se quitó el cinturón de oro y ciñó con él mis caderas. Desde entonces no experimento ninguna turbación contraria a la virtud, ni en el corazón ni en la mente. Después comprendí que era una de las gracias más grandes que la Santísima Virgen María obtuvo para mí, ya que durante muchos años le había suplicado recibirla. A partir de aquel momento tengo mayor devoción a la Madre de Dios. Ella me ha enseñado a amar interiormente a Dios y cómo cumplir Su santa voluntad en todo. María, Tú eres la alegría, porque por medio de Ti, Dios descendió a la tierra y a mi corazón.



1388 Durante una oración aprendí cuánto es agradable a Dios el alma del Padre Andrasz. Es un verdadero hijo de Dios. En pocas almas esta filiación de Dios se evidencia tan claramente y es porque tiene una devoción especialísima a la Madre de Dios.



564 El día de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Durante la Santa Misa oí el susurro de ropas y vi a la Santísima Virgen en un misterioso, bello resplandor. Tenía una túnica blanca con una faja azul y me dijo: Me das una gran alegría adorando a la Santísima Trinidad por las gracias y los privilegios que me ha concedido, y desapareció enseguida.



1412 Con gran celo me he preparado para celebrar la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios. He prestado más atención al recogimiento del espíritu y meditando sobre este privilegio exclusivo de Ella; así que todo mi corazón se sumergía en Ella, agradeciendo a Dios por haber concedido a María este gran privilegio.



6. Palabras de la Santísima Virgen María a las religiosas y a los sacerdotes:



625 Por la noche, mientras rezaba, la Virgen me dijo: Su vida (se refería a las religiosas de la Congregación de Santa Faustina) debe ser similar a la mía, silenciosa y escondida; deben unirse continuamente a Dios, rogar por la humanidad y preparar al mundo para la segunda venida de Dios.



1244 15 de agosto de 1937. Durante la meditación la presencia de Dios me penetró vivamente y conocí la alegría de la Santísima Virgen en el momento de su Asunción... Durante ese acto que se realizó en honor de la Santísima Virgen, al final de ese acto vi a la Santísima Virgen que me dijo: Oh, qué grato es para mí el homenaje de su amor. Y en ese mismo instante cubrió con su manto a todas las hermanas de nuestra Congregación. Con la mano derecha estrechó a la Madre General Micaela y con la izquierda a mí, y todas las hermanas estaban a Sus pies cubiertas con su manto. Luego la Santísima Virgen dijo: Cada una que persevere fielmente hasta la muerte en mi Congregación, evitará el fuego del purgatorio y deseo que cada una se distinga por estas virtudes: humildad y silencio, pureza y amor a Dios y al prójimo, compasión y misericordia. ...



330 Una vez me dijo el confesor que rogara según su intención, y comencé una novena a la Santísima Virgen. Esa novena consistía en rezar nueve veces la Salve Regina. Al final de la novena vi a la Virgen con el Niño Jesús en los brazos y vi también a mi confesor que estaba arrodillado a sus pies y hablaba con Ella. No entendía de que hablaba con la Virgen porque estaba ocupada en hablar con el Niño Jesús que había bajado de los brazos de la Santísima Madre y se acercó a mí. No dejaba de admirar su belleza. Oí algunas palabras que la Virgen le decía, pero no oí todo. Las palabras son estas: Yo soy no sólo la Reina del Cielo, sino también la Madre de la Misericordia y tu Madre. En ese momento extendió la mano derecha en la que tenía el manto y cubrió con él al sacerdote. En ese instante la visión desapareció. 



1585 Una visión de la Santísima Virgen. Entre una gran claridad vi a la Santísima Virgen con una túnica blanca, ceñida de un cinturón de oro y unas pequeñas estrellas, también de oro, en todo el vestido y las mangas a triángulo guarnecidas de oro. Tenía un manto de color de zafiro, puesto ligeramente sobre los hombros, en la cabeza tenía un velo liviano transparente, el cabello suelto, arreglado espléndidamente y una corona de oro que terminaba en pequeñas cruces. En el brazo izquierdo tenía al Niño Jesús. Nunca antes he visto a la Santísima Virgen bajo este aspecto. Luego me miró con ternura y dijo: Soy la Madre de los sacerdotes. Después puso a Jesús en el suelo, levantó la mano derecha hacia el cielo, y dijo: Oh Dios, bendice a Polonia, bendice a los sacerdotes. Y otra vez se dirigió a mí:Cuenta a los sacerdotes lo que has visto. Decidí decirlo al padre (Andrasz) en la primera ocasión, pero yo misma no logré comprender nada de esa visión.



7. Advertencia en torno al Día de la Justicia: 





635 (...) Entonces vi a la Santísima Virgen que me dijo: Oh, cuán agradable es para Dios el alma que sigue fielmente la inspiración de Su gracia. Yo di al mundo el Salvador y tu debes hablar al mundo de su gran misericordia y preparar al mundo para Su segunda venida. Él vendrá, no como un Salvador Misericordioso, sino como un Juez Justo. Oh, qué terrible es ese día. Establecido está ya es el día de la justicia, el día de la ira divina. Los ángeles tiemblan ante ese día. Habla a las almas de esa gran misericordia, mientras sea aún el tiempo para conceder la misericordia. Si ahora tú callas, en aquel día tremendo responderás por un gran número de almas. No tengas miedo de nada, permanece fiel hasta el fin, yo te acompaño con mis sentimientos.



8. Oraciones de Santa Faustina a la Santísima Virgen María:



79 Oh María, Madre y Señora Mía. Te ofrezco mi alma y mi cuerpo, mi vida y mi muerte y todo lo que vendrá después de ella. Pongo todo en tus manos, oh mi Madre. Cubre mi alma con tu manto virginal y concédeme la gracia de la pureza de corazón, alma y cuerpo. Con tu poder defiéndeme de todo enemigo, especialmente de aquellos que esconden su malicia bajo una máscara de virtud. Oh Espléndida Azucena, Tú eres mi espejo, oh mi Madre.



315 Oh Madre de Dios, Tu alma estuvo sumergida en el mar de la amargura, mira a Tu niña y enséñale a sufrir y a amar en el sufrimiento. Fortalece mi alma, para que el dolor no la quebrante. Madre de la gracia, enséñame a vivir en Dios.



874 Oh María, Virgen Inmaculada, tómame bajo Tu protección más especial y custodia la pureza de mi alma, de mi corazón y de mi cuerpo. Tú eres el modelo y la estrella de mi vida.



1306 (...) Oh Virgen purísima, pero también humildísima, ayúdame a conquistar una profunda humildad. ...



915 Oh María, hoy una espada terrible ha traspasado Tu santa alma. Nadie sabe de Tu sufrimiento, excepto Dios. Tu alma no se quebranta, sino que es valiente porque está con Jesús. Dulce María, une mi alma a Jesús, porque sólo entonces podré resistir todas las pruebas y tribulaciones, y sólo mediante la unión con Jesús, mis pequeños sacrificios complacerán a Dios. Dulcísima Madre, continúa enseñándome sobre la vida interior. Que la espada del sufrimiento no me abata jamás. Oh Virgen pura, derrama valor en mi corazón y protégelo.



1114 (...) Hoy sentí la cercanía de mi Madre, la Madre Celestial. Antes de cada Santa Comunión, ruego fervorosamente a la Madre de Dios que me ayude a preparar mi alma para la llegada de Su Hijo y siento claramente su protección sobre mí. Le ruego mucho que se digne incendiar en mí el fuego del amor divino con el (que) ardía su puro corazón en el momento de la Encarnación del Verbo de Dios. 



1413 Me he preparado (para la Fiesta de la Inmaculada Concepción) no solamente con la novena común que hace toda la Comunidad, sino que me he propuesto además saludarla mil veces al día, rezando cada día en su honor mil Avemarías durante nueve días. Ya es la tercera vez que hago esta novena a la Virgen María que consiste en rezar mil Avemarías diarias, es decir nueve mil saludos forman toda la novena. No obstante, aunque la he hecho ya tres veces en mi vida, y dos veces fueron cuando cumplía mis deberes, no he perjudicado en nada mis tareas cumpliéndolas con máxima exactitud, y además la he hecho fuera de los ejercicios de piedad, o sea ni durante la Santa Misa, ni durante la bendición, he rezado estas Avemarías. Una vez hice esta novena cuando estaba en el hospital. Más hace el que quiere que el que puede. Fuera del recreo, rezaba y trabajaba; en esos días no he pronunciado ni un sola palabra que no fuera absolutamente necesaria, pero tengo que reconocer que esto requiere mucha atención y esfuerzo, mas para honrar a la Inmaculada no hay nada que sea demasiado.



9. Alabanzas de Santa Faustina a la Santísima Virgen María:



161 Oh María, Virgen Inmaculada,
Puro cristal para mi corazón,
Tú eres mi fuerza, oh ancla poderosa,
Tú eres el escudo y la defensa para el corazón débil.

Oh María, Tú eres pura e incomparable,
Virgen y Madre a la vez,
Tú eres bella como el sol, sin mancha alguna,
Nada se puede comparar con la imagen de Tu alma.

Tu belleza encantó el ojo del tres veces Santo,
Y bajó del cielo, abandonando el trono de la sede eterna,
Y tomó el cuerpo y la sangre de Tu Corazón,
Durante nueve meses escondiéndose en el Corazón de la Virgen.

Oh Madre, Virgen, nadie comprenderá,
Que el inmenso Dios se hace hombre,
Sólo por amor y por su insondable misericordia,
A través de Ti, oh Madre, viviremos con Él eternamente.

Oh María, Virgen Madre y Puerta Celestial,
A través de Ti nos ha llegado la salvación,
Todas las gracias brotan para nosotros a través de Tus manos,
Y me santificará solamente un fiel seguimiento de Ti.

Oh María, Virgen, Azucena más bella,
Tu Corazón fue el primer tabernáculo para Jesús en la tierra,
Y eso porque Tu humildad fue la más profunda,
Y por eso fuiste elevada por encima de los coros de los ángeles y de los santos.

Oh María, dulce Madre mía,
Te entrego el alma, el cuerpo y mi pobre corazón,
Sé tú la custodia de mi vida,
Y especialmente en la hora de la muerte, en el último combate.



1232 Oh dulce Madre de Dios,
Sobre Ti modelo mi vida,
Tú eres para mí una aurora radiante,
Admirada me sumerjo toda en Ti.

Oh Madre, Virgen Inmaculada
En Ti se refleja para mí el rayo de Dios.
Tú me enseñas cómo amar a Dios entre tormentas,
Tú eres mi escudo y mi defensa contra el enemigo.